Historias de Filadelfia

La tradición periodística de Filadelfia, la ciudad-cuna de Estados Unidos, es muy grande. El Inquirer fue fundado en 1829. Pero ahora este periódico y el más populachero Daily News, junto a su sitio de internet Philly.com, están viviendo una historia de nuestros días, la de la crisis económica combinada con la de la difusión en papel, que está colocando a los diarios de medio mundo (o más) en el disparadero, entre la suspensión de pagos, el cierre y el suicidio colectivo. En su caso, además, la aparente salvación de las cabeceras mediante su venta a un nuevo grupo de inversores, que debería ser una buena noticia, ha llegado hace un par de días con un regalito envenenado: la censura de informaciones sobre el propio proceso de venta.

Es evidente que la debilidad de muchos medios puede llevar, si sobreviven bajo ciertos tipos de propiedad, a la pérdida de independencia editorial, de la dignidad profesional misma, mientras se convierten durante algún tiempo -esas soluciones no suelen sino aplazar el final inevitable- en meras correas de transmisión de intereses económicos o políticos.

Los veteranos del diario Informaciones recuerdan bien cómo su compra (por una simbólica peseta, al parecer) por el empresario catalán Sebastián Auger en 1979 derivó en su descarada transformación en pasquín prosoviético para favorecer los negocios en la URSS de su socio (muy pasajero) Juan Garrigues, bajo el mando de un soviet periodístico dirigido por Guillermo Solana y José María Izquierdo...

Pues bien, ahora es un grupo encabezado por el ex gobernador (demócrata, por cierto) de Pensilvania, Ed Rendell, el que negocia su adquisición de los periódicos. Nada nuevo en ello: son ya cinco propietarios en seis años... Pero sí que es nuevo que, antes aun de cambiar la empresa, la actual dirección ha censurado múltiples artículos sobre el proceso de venta, incluidos varios sobre ofertas superiores a las del grupo de Rendell. El presidente de la actual empresa editora, Greg Osberg, lo ha negado repetidas veces, pero todo huele a chamusquina.

La historia ha saltado al primer plano en Estados Unidos porque más de 300 redactores y responsables actuales de los tres medios y un centenar de antiguos periodistas de la casa -con algunos nombres de ganadores del Pulitzer- han firmado un duro comunicado contra la patente injerencia a favor de uno de los compradores, recordando el papel constitucional de una prensa libre y el peligro de unos diarios intervenidos por la propiedad.

Los de Informaciones lo sabemos bien, y muchos colegas jóvenes van a descubrirlo ahora: el cierre, quedarse sin trabajo son perspectivas terribles, pero trabajar para un medio contaminado y manipulado no es mejor.